Por Maribel Aguilar Martín
Periodista y experta en astroturismo de Tierras y Cielos Privilegiados.

Disfrutar de las noches estrelladas y de las maravillas que nos ofrece un cielo sin contaminación lumínica y despejado es el objetivo fundamental de las experiencias que se ofrecen en el denominado “astroturismo” o “turismo de estrellas”. 

Y cómo no, también desde el hemisferio norte, este tipo de turismo se abre paso y gana presencia.

Islas Canarias

Los territorios que conservan un cielo excelente han sido los elegidos por la comunidad científica para colocar sus observatorios astrofísicos, como ha ocurrido en el caso de España, en  las Islas Canarias.

Y tras la ciencia, ha llegado el astroturismo (starsislandlapalma).

Y en Aragón

Más recientemente, esto también ha ocurrido en Aragón, donde tras la puesta en marcha del Observatorio Astrofísico de Javalambre, en el Pico del Buitre, la comarca donde se ubica, llamada Gúdar Javalambre, aprovechó la calidad de su cielo para crear experiencias de turismo de estrellas.

Esta comarca es una de las diez de la provincia de Teruel. Fue la primera en apostar por el turismo de estrellas, y le siguieron otras comarcas turolenses como la Cuenca Minera o la Sierra de Albarracín. La importancia de esta tendencia es significativa, si tenemos en cuenta que Teruel es una de las provincias más despobladas de España y que las comarcas astroturísticas no llegan a los 3 habitantes por kilómetro cuadrado.

Así, el astroturismo genera desarrollo sostenible, ya que crea empleo y pone en valor el patrimonio natural, que es inseparable del patrimonio cultural de la tierra desde la que se contempla el firmamento.

Pero no solo los lugares que tienen una instalación científica ofrecen astroturismo. Hay lugares lo suficientemente oscuros como para ofrecer experiencias que permitan a las personas observar el firmamento. E incluso hay experiencias diurnas basadas en el Sol, y hasta actividades donde el valor del patrimonio cultural es el verdadero protagonista.

San Pedro Cultural

Éste por ejemplo, es el caso de San Pedro Cultural, en el municipio de Becerril de Campos, en la provincia de Palencia.

Allí, el ayuntamiento y diversas entidades rehabilitaron un templo semiderruido como centro de divulgación de la astronomía y hoy el cielo se ha convertido en la seña de identidad de todo el pueblo. Entre los contenidos, hay una exposición temporal de meteoritos del Doctor Rafael Cítores con maravillas como meteoritos recogidos en todo el mundo, incluida Argentina.

El Dr.  Rafael Citores con los meteoritos en San Pedro Cultural.

Otros esfuerzos

España cuenta cada vez más con instalaciones dedicadas al astroturismo, desde granjas de telescopios como Entre Encinas y Estrellas, en Fregenal de la Sierra, Extremadura, a establecimientos como alojamientos y restaurantes tematizados, y observatorios turísticos, como el ubicado en Tiedra, Castilla León, llamado Cielo y Tiedra.

Hay agencias de viajes solo de astroturismo con experiencias muy diversas, como Astroándalus, y territorios que además de instalar miradores diurnos, también empiezan a pensar que su noche es un espectáculo astronómico, y hasta g-astronomía, o páginas web especializadas solo en este campo, como turismo de estrellas. 

Gran parte del impulso ha sido fruto del trabajo de la Fundación Starlight, que certifica los lugares oscuros y forma a guías profesionales en la interpretación y divulgación del firmamento. Su implantación es mayor en Europa que en otros continentes, pero su dimensión es internacional y está creciendo y estableciendo alianzas con otras iniciativas como International Dark Sky Association.

De cualquier manera, es positivo que el ser humano levante de nuevo la mirada… Aquí, desde Teruel, España, donde escribo, estamos en pleno verano, tiempo que parece más apetecible para este tipo de experiencias, aunque cualquier momento del año es bueno para descubrir a los siete bueyes que los romanos veían en la Osa Mayor, los “septen triones”, que dieron lugar al nombre de este hemisferio, el Septentrional.

La latitud del lugar desde el que observamos el cielo determina la parte que podemos ver, pero la verdadera experiencia radica en la tierra desde la que lo miramos, porque la cultura y la ciencia, el paisaje y el paisanaje y la biodiversidad que hemos sido capaces de conservar, son lo que hace inolvidable ese momento de conexión con nuestros orígenes. Allí y aquí, somos polvo de estrellas.

Algunas imagenes

Entrada de Cielo y Tiedra.

San Pedro Cultural