Entre muchos mitos de los pueblos originarios, ésta vez veremos un relato Wichí.
La luna, para los Wichí, es símbolo masculino. Cuenta la historia de los abuelos, que el hombre-luna tenía una mujer.
Vivieron juntos mucho tiempo, hasta que un día, el hombre-luna se sintió morir. Para no preocupar a su mujer, le dijo que se iría y regresaría en tres días (por eso la Luna se pierde como menguante, y vuelve a aparecer después de la luna nueva).
Así volvió a los tres días, conversó con su mujer y le comentó: “-voy a morir, pero volveré en tres días y estaré sentado en la puerta de mi tumba.”
El hombre-luna le pidió a su mujer que fuera a la tumba y llevara un balde con agua, que le limpiara y que no tuviera miedo, ya que si esto se cumplía, él volvería para estar juntos.
Con algo de temor, esperó los tres días y cuando la mujer llegó, lo encontró sentado, agachado, con las manos en la cabeza.
La mujer lo reconoció, tiró el agua, y se fue a su casa llorando. Al otro día salió el hombre como luna nueva.
La mujer se sintió tan triste, que se pasó seis días llorando, y murió de amor.
El hombre-luna, al ver esto, la llamo y la convirtió en estrella, para tenerla siempre junto a él, y así nació el “Lucero” (el planeta Venus) y de esta forma, la mujer-lucero y el hombre-luna estuvieron juntos en el cielo para siempre.